sábado, 16 de marzo de 2013

ES HORA DE IR A PASEAR

- Pero... dime ¿cuales son tus intereses? me refiero a lo que realmente te remueve las entrañas, esa insensata sensación de estremecimiento y ahogo. Me preocupas Javi, así tan sin norte, tan alicaído. Creo que todos hemos nacido con un propósito en ésta vida y que estemos aquí y ahora tú y yo, no es fruto del azar, "alguien" o "algo" ha dispuesto esta conversación, éste espacio. ¿Me sigues?- le dijo ella, cubriéndose los pechos con la sábana y mirándole. Él yacía a su lado, completamente desnudo, con los brazos detrás de la cabeza y con un cigarro en los labios, en ocasiones el humo le molestaba en los ojos y tenía que hacer unas muecas estúpidas.
- Sí, desde luego que te sigo -contestó él mirando al techo- ¿Sabes quién ha dispuesto que estemos tú y yo aquí? El picor de nuestros aparatos reproductores, una cierta indisposición química para encontrar alguien mejor y el hecho de que el piso esté una semana vacío. Por lo demás tengo muchos intereses cariño, tan ávidos y entretenidos como los tuyos: despertarme cada jodida mañana, pasear el asqueroso chucho que ha dejado Carlos por sus importantísimos viajes de negocios, ir a ése animoso curro en la fábrica, tirarme ocho horas escuchando chimpancés antropomórficos y después volver a pasear el puto perro porqué debe salir tres veces al día es uno-más-de-la-familia debe estar contento y respirar un ambiente feliz. Después, con suerte, si todo va según la providencia lo ha dispuesto y tengo algo que llevarme a la boca, ir al baño y apretar. ¿Que te parece? soy un hombre con metas. -Y la miró, ésta vez sí, con ojos desafiantes-.
- Creo que me voy Javi, esto no puede seguir así, será mejor que dejemos de vernos durante un tiempo, - se levantó de la cama ofreciendo su cuerpo terso y desnudo, empezó a vestirse-, debes darte cuenta de cómo estás, si necesitas ayuda dímelo, conozco un par de personas que podrían ayudarte.
- ¿Sabes que creo yo? - dijo él incorporándose violentamente y aplastando el cigarrillo contra el cenicero de la mesita - que por mí te puedes ir a la mierda y no volver más.
- Está bien Javi, lo que tú digas, no tengo ganas de discutir más, ya nos veremos.
Sonó la puerta. Gritó: "maldita puta de los cojones" y dio un golpe a la pared. Cayó el cenicero y se esparció toda la mierda por el suelo. En esos momentos apareció el perro. Él estaba sentado en el borde de la cama con las manos en la cara. El perro se acercó hasta él y empezó a lamerle el dedo meñique del pie derecho.
- ¿¡Quieres ir a pasear eh chucho!? Vamos. - Se empezó a vestir, más tarde recogería las colillas del suelo. 

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