martes, 14 de enero de 2014

LA SUERTE ESTÁ ECHADA

Como un pez al que le han arrancado el anzuelo
y ha sido devuelto herido a su antiguo universo sumergido.
Y boquea fatigado. Y va recuperando el aliento.
Así es el descenso al desamor y el ascenso al olvido
volver a convivir con la soledad por paradójica que resulte su acepción:
pues el tiempo es un enemigo insobornable:
la erosión de unos ojos que ya no vuelven
a ver en torno con la misma embriaguez.
No hay vuelta de hoja.
El camino de regreso (la nostalgia) es un barrizal
una agonía en el lodo
resulta infranqueable, inhóspito.
Demasiados reproches y egoísmos y culpabilidades
yacen desparramados por el suelo.
No merece la pena luchar por algo proscrito
ni mancharse las manos resucitando un cadáver.
No hay más remedio que el dolor y la aceptación
volver a lanzar las cartas encima de la mesa
pero eso sí, con un par de ases más bajo la manga.
Alea jacta est.
La suerte está echada.


Tarea tuya es saber qué hacer de nuevo con ella.

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