Quinientas noches he pasado postrado en la incandescencia de tu recuerdo.
Quinientos días de desvarío y anclas bajo mis pies tercos
sin más consuelo que el tiempo que roe las esquinas, que asesina poco a poco la indolencia
pero el olvido es una máquina implacable para el orgulloso
y mi valor se postra en los nidos del arrabal
ahora te veo cómo un peldaño necesario, como célula documentada
para traspasar la sabiduría de siglos, para volverme a mí mismo.
Succionado he vivido bajo el estrépito de tu belleza
bajo el candor de tus labios anunciando la llegada del hijo
anunciando el paso irremisible de las generaciones
anunciando la derrota.
He vuelto gritando la libertad
la libertad no es un prado verde repleto de maduros frutos
la libertad no es el paraíso ni el descanso
serenidad tú para el muerto que yo estoy vivo y pido lucha
la libertad se posa sobre las pezuñas del caballo que relincha desafiante
anunciando el destino de un héroe
que aunque imbécil y manco se marcha en la dirección de la flecha
cuyo arquero sin tino apunta al porvenir borrascoso de la indefinición
del fuego que todo lo consume
del fuego que arde en el cerebro henchido del porvenir
No hay comentarios:
Publicar un comentario